miércoles, 16 de abril de 2008

Pellejo

Acaricio la clavera de mi mejor celaje

y riego con piedras

el río de fuego que nutre mis tropiezos.


El cielo

se descascara en mordiscos caníbales,

mientras yo le halago

con mi sonrisa cansada

de tatuaje carcelario.


El universo

densamente comprimido

con los besos cibernéticos

que decoran los reflejos traidores

y moldean los ladridos mañaneros,

con la arena verdusca

de un cristal cualquiera.


Una colección de plumas de luz

se escurre

por el agujero de mi bolsillo enmarañado,

solo quedó su estela

y un pellejo de miel y barro

con el que recubro la existencia.


Mario Baldizón

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