Pellejo
Acaricio la clavera de mi mejor celaje
y riego con piedras
el río de fuego que nutre mis tropiezos.
El cielo
se descascara en mordiscos caníbales,
mientras yo le halago
con mi sonrisa cansada
de tatuaje carcelario.
El universo
densamente comprimido
con los besos cibernéticos
que decoran los reflejos traidores
y moldean los ladridos mañaneros,
con la arena verdusca
de un cristal cualquiera.
Una colección de plumas de luz
se escurre
por el agujero de mi bolsillo enmarañado,
solo quedó su estela
y un pellejo de miel y barro
Mario Baldizón
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