meditando levemente en algún
trago prohibido, tal vez sintiéndose
tan lejano, tan perdido
que en tus agridulces lágrimas
me ahogaba, y moría.
Mas no percibía
un llanto forzado
de quien tomaba
de quien exprimía
al dulce consuelo del existir
y a la muerte de su noche
Excurso
No hay comentarios:
Publicar un comentario